Sí, La Biblia Apoya la Ordenación/Comisión de Mujeres Como Pastores

Richard M. Davidson, Ph.D, es profesor de Exegesis del Antiguo Testamento; director del Departamento de Antiguo Testamento, Seventh-day Adventist Theological Seminary, Andrews University, Berrien Springs, Mich. Davidson es ex presidente de la Adventist Theological Society. En 1998, un comité ad hoc del seminario publicó el libro Women in Ministry: Biblical and Historical Perspectives [Mujeres en el ministerio: Perspectivas bíblicas e históricas] (Andrews University Press, editado por Nancy Vyhmeister). El capítulo 13, «Headship, Submission, and Equality in Scripture» [Dominio, sumisión e igualdad en las Escrituras], fue escrito por Davidson quien describe el siguiente bosquejo como un folleto informativo usado en conexión con ese capítulo.

  1. Génesis 1 enseña que los hombres y las mujeres participan igualmente en la imagen de Dios.  «Y creó Dios al hombre [Heb. ha’adam “humanidad”]  a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Gén 1:27). Este pasaje básico (y el texto que lo rodea) nos da una perspectiva del orden divino de la creación. Aquí el hombre y la mujer son completamente iguales, con no subordinación del uno al otro. Encontramos que esta descripción de la relación entre el hombre y la mujer aparece a lo largo de las Escrituras y fuera de las mismas. Ningún escritor inspirado —ni Moisés, Jesús, Pablo o Elena White— enseña el dominio de la creación del hombre sobre la mujer. Tal actitud nunca ha sido aceptada en la historia del adventismo.

  2. Génesis 2 refuerza Génesis 1. En Génesis 2 la mujer es presentada como el clímax, la corona de la creación. Es creada de una costilla de Adán para mostrar que ha de «estar a su lado como su igual» (Gén 2:21, 22, Patriarcas y profetas, pág. 27). Es la ‘ezer kenegdo («ayuda idónea», Gén 2:18) que, en el original, no denota un asistente o ayuda subordinada. En otros pasajes de las Escrituras Dios mismo es llamado ‘ezer («ayuda») (Exo 18:4; Deut 33:7, 26; Sal 33:20; 70:5; 115:9, 10, 11). La frase ‘ezer kenegdo en Génesis 2 denota no menos que una contraparte igual, un «compañero» (Gén 2:18, 22). Contrario al argumento popular, Adán no nombra a la mujer (ejerciendo por lo tanto autoridad sobre ella) antes de la caída en Gén 2:23. Adán no pone nombre a la mujer hasta después de la caída (Gén 3:20). En breve, Génesis 2 no contiene ningún orden de subordinación de la mujer al hombre o la restringe de entrar en una participación completa e igual con el hombre en ningún ministerio al cual Dios la ha llamado.

  3. La sujeción o sumisión de la esposa a su esposo vino después de la caída. Se menciona la sujeción de Eva a Adán en Génesis 3. Dios le dice a Eva: «Tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti» (Génesis 3:16). Pero es crucial que reconozcamos que la sujeción de Eva a Adán viene después de la caída. Es más, se limita a la relación esposo-esposa y, por lo tanto, no se refiere a una subordinación general de las mujeres a los hombres. Esto es precisamente consistente con la interpretación de Elena White (ver especialmente Patriarcas y profetas, págs. 58, 59, Testimonies, vol. 1, págs. 307, 308 y Testimonies, vol. 3, pág. 484) y el Comentario Bíblico Adventista. El dominio del esposo y la servidumbre establecidos en este pasaje no se pueden aplicar extensivamente a la relación de hombres-mujeres en general lo mismo que el deseo sexual de la esposa hacia el esposo no puede ser ampliado para implicar deseo sexual de todas las mujeres por todos los hombres.

  4. Los escritos de Pablo mantienen el modelo del Edén. Pablo da muchas instrucciones referentes a la relación entre esposos y esposas. Como puede ser visto en 1 Tim 2:14 (ver también 1 Cor 14:34 y Patriarcas y profetas, págs.  58, 59) es, a final de cuentas, a la luz de Génesis 3:16 que indica que «la cabeza de la esposa es el esposo» (1 Corintios 11:3) y pide a las mujeres que estén sujetas «a sus maridos en todo» (Efesios 5:24). Tales pasajes como 1 Cor 11:3-12, 1 Cor 14:34-35 y 1 Tim 2:11-12 tienen que ver con el tema de sumisión de las mujeres a sus maridos y no de las mujeres a los hombres en general. Es más, en 1 Tim 2:13, Pablo no está argumentando en favor de la creación del dominio del hombre sobre la mujer como se ha asumido frecuentemente. Al contrario, está corrigiendo una teología sincretista falsa en Éfeso que pretendía que la mujer fue creada primero y el hombre cayó primero haciendo, por lo tanto, a la mujer superior al hombre. Debido a esa falsa teología las esposas aparentemente señoreaban sobre sus maridos en reuniones públicas de la iglesia. El consejo de Pablo a los esposos y esposas no puede ser ampliado a las relaciones de hombres y mujeres en general. El apóstol mismo muestra cómo la relación del matrimonio se aplica a la iglesia. El dominio del esposo en el hogar no es equiparado al dominio de los varones en la iglesia. Al contrario, el marido/cabeza de la iglesia es Cristo y todos en la iglesia —incluyendo a los hombres— son su «esposa», sometidos igualmente a él (Efe 5:21-23).

  5. En el Antiguo Testamento vemos a numerosas mujeres en el ministerio, incluyendo funciones de liderazgo sobre los hombres, confirmando así Génesis 1: las matriarcas de Génesis; Débora (Jueces 4 y 5), uno de los jueces sobre todo Israel —hombres y mujeres; Miriam (Éxodo 15:20, 21); Hulda (2 Reyes 22:13, 14; 2 Cró 34:22-28); Ester y otras (Éxodo 38:8; 1 Sam 2:22; 2 Sam 14:2-20; 20:14-22). Y una cantidad de mujeres predicadoras (Sal 68:11). Aunque en el Israel del Antiguo Testamento existían discrepancias sociales entre hombres y mujeres, reflejando una distorsión del ideal divino establecido en Génesis 1, no hay restricciones legales prohibiendo a las mujeres puestos de influencia, liderazgo y autoridad sobre los hombres. El plan original de Dios era que todo Israel fuese un «reino de sacerdotes» (Éx 19:6). Debido al pecado de Israel se dio un plan alterno en el cual se excluía a la mayoría de los hombres —excepto a una familia en una tribu de Israel. Pero en el Nuevo Testamento el evangelio restablece el plan original de Dios. No se trata de unos cuantos sacerdotes sino que, de nuevo el «sacerdocio de todos los creyentes» (1 Pe 2:5, 9; Apoc 1:6). Joel 2:28-30 predice un tiempo, en los últimos días, cuando tanto hombres y mujeres tendrán el mismo acceso a los dones del Espíritu (ver también la promesa radical de un nuevo pacto en relación a las funciones de la mujer en Jer 31:22, 31-34).

  6. Jesús hizo un llamado a su pueblo a volver al plan original en relación a la función de las mujeres. En el Nuevo Testamento, Jesús mismo estableció el tono para la restauración del evangelio al señalar a quienes lo escuchaban al plan original «desde el principio» (Mateo 19:8). No hizo nada precipitadamente, trastornando la materia de la cultura judía; no ordenó a mujeres como sus discípulos inmediatos, lo mismo que no ordenó a gentiles. Pero señaló el camino al ideal hedónico en su revolucionaria forma de tratar y exaltar a las mujeres (ver Juan 4:7-30; Mar 5:25-34; Lucas 8:1-3; Mateo 15:21-28; Juan 20:1-18, etc.).

  7. El ideal del evangelio es retornar al modelo del Edén. Pablo declara enfáticamente: «No hay judío, ni griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra: porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gál 3:28). No se trata simplemente de una declaración de acceso igual a la salvación para los diferentes grupos (cf. Gál 2:11-15; Efe 2:14-15) sino que específicamente señala esas tres relaciones en las cuales los judíos han pervertido el plan original de Dios en Génesis 1 subordinando un grupo a otro: (1) judío-gentil, (2) esclavo-amo, (3) varón-hembra. Al utilizar los raros términos «varón-hembra» (arsen-thēly) en el Nuevo Testamento, en lugar de «marido-mujer» (anēr-gunē), Pablo establece una conexión con Génesis 1:27 y muestra de esa manera cómo el evangelio nos llama al ideal divino, en el cual no hay lugar para una subordinación general de las hembras a los varones.

Con las restricciones culturales de sus días, Pablo y la iglesia primitiva (como Jesús), no actuaron precipitadamente. La subordinación de los gentiles era difícil de extirpar (incluso para Pedro [Gál 2:11-14]). La esclavitud no fue abolida inmediatamente en la iglesia (ver Efe 6:5-9; Col 3:22; Filem 12; 1 Tim 6:1). De la misma manera, las mujeres no recibieron inmediatamente participación completa e igual con los hombres en el ministerio de la iglesia. Sin embargo, Febe es mencionada como «diácono» (Rom 16:1); Junia fue un apóstol (Rom 16:7) y los líderes de la iglesia en Filipo eran mujeres (Fil 4:2, 3). Priscila asumió un papel de enseñanza autoritaria sobre los hombres (Hechos 18) y la «señora elegida» (2 Juan 1) puede haber sido una prominente líder de iglesia con una congregación bajo su responsabilidad.

La lista de cualificaciones que Pablo da para los ancianos está enmarcada en el género masculino («marido de una mujer», literalmente «de una mujer marido» [1 Tim 3:1-7; Tito 1:5-9]) no excluye a las mujeres de servir como ancianos lo mismo que el género masculino de los Diez Mandamientos (Éx 20; ver especialmente el versículo 17) exenta a las mujeres de su obediencia. Al contrario, esos pasajes mantienen el ideal hedónico —el principio de la monogamia (Gén 2:24).

Dios no habla directamente en relación al tema de la ordenación de mujeres en el Nuevo Testamento, lo mismo que no habla directamente acerca de la abolición de la esclavitud, el vegetarianismo, la abstinencia del alcohol y muchos otros temas basados en los principios establecidos «en el principio». Pero nos ha dado principios bíblicos claros para guiar nuestras decisiones.

En estos últimos días Dios ha llamado a su iglesia a volver al plan original para cada área de nuestras vidas: nuestra dieta, nuestro día de adoración —y las tres relaciones humanas mencionadas en Gálatas 3. Dios nos llama a retornar al ideal hedónico de las relaciones varón-hembra que permite a las mujeres igual acceso a los dones del Espíritu  (Joel 2:28-30; Efe 4:11-13). Conforme el Espíritu da dones a las mujeres para el ministerio «repartiendo particularmente a cada uno como quiere» (1 Corintios 12:11), nuestra oración es que la iglesia obedezca la dirección del Espíritu.

Por motivos de espacio, las referencias para mayor estudio fueron sacadas de este bosquejo. El material completo se encuentra en http://session.adventistfaith.org. Clic en «Bible Texts» en la barra de la izquierda.